16 septiembre 2013

¿Cómo hablar para qué tus hijos te escuchen y cómo escuchar para qué tus hijos te hablen?

En creixambtraça siempre buscamos facilitar a papás y mamás herramientas para que la comunicación con vuestros hijos sea fluida y con una buena conexión desde lo emocional. Así pues el libro que hoy os presentamos puede ayudaros a resolver problemas tan corrientes como:
  • Escuchar y comprender las preocupaciones de nuestros hijos.
  • Fomentar la colaboración familiar... sin cargar demasiado a nadie.
  • Abordar respetuosamente los sentimientos de grandes y pequeños.
  • Encontrar alternativas al castigo.
  • Ayudar a los hijos a construirse una imagen positiva de sí mismos.
Los padres no suelen aceptar los sentimientos de sus hijos. Y esto supone una dificultad para relacionarse. La negación rotunda de sus sentimientos puede confundir y enfurecer al niño. También le enseña a no saber qué siente y a no fiarse de sí mismo.

Veamos algunos ejemplos cotidianos donde aparecen patrones de los adultos que NO tienen en cuenta realmente al niño:

Hijo: Mama, tengo mucho calor.
Madre: Hace frío. No te quites el jersey.
Hijo: ¡Pero es que me muero de calor!
Madre: Te he dicho que no te quites el jersey.
Hijo: Yo tengo calor.

Hijo: Este programa de la tele es aburrido.
Madre: No es verdad. Es muy interesante. 
Hijo: Es estúpido.
Madre: Es educativo. 
Hijo: ¡Me da asco!
Madre: ¡No hables así!

¿Entiendes, lo qué está pasando? No sólo todas las conversaciones generan  discusiones, sino que estás diciendo a tus hijos una y otra vez que no se fíen de sus propias percepciones y que se apoyen en las tuyas.

Si te planteas interiormente: "Supongamos que jo fuese un niño o una niña y me encontrara acalorado y aburrido. Y suponemos que qusiéramos comunicar estos sentimientos al adulto más importante de nuestra vida. " ¿Cómo nos gustaría que reaccionase el adulto? Por ello lo que más te puede ayudar a satisfacer la necesidad real de tu hijo es meterte de lleno en su piel, y no quedarte en la tuya.

Una posible buena respuesta a los ejemplos anteriores sería: 
 
- Yo tengo frio, pero tú encuentras que hace calor. 
 -Veo que este programa no te hace mucha gracia.
En definitiva, una buena respuesta es la que respeta la decisión de tu hijo.
                                               
Más ejemplos: En lugar de preguntar y aconsejar...
 
Hija: Me han quitado el lápiz nuevo rojo.
Madre: ¿Estás segura que no lo has perdido? 

Hija: Segurísima. Estaba encima del pupitre cuando fui al lavabo.
Madre: Y, ¿qué esperas si dejas las cosas desordenadas?

Madre: Ya te habían quitado otros, ¿te acuerdas? No es la primera vez. Estoy harta de decirte que dejes las cosas de valor guardadas en el pupitre. ¡Lo malo es qué no me escuchas! 

Hija: ¡Déjame! 
Madre: ¡Eres una descarada! 

Para un niño es difícil pensar claramente y de manera constructiva cuando alguien le interroga, o le hace reproches o recomendaciones.

...mejor reconoce con la palabra: ¡Vaya!, Ah, ¿sí?, Ya veo.


Hija: Me han quitado el lápiz nuevo rojo.
Madre: ¡Vaya!

Hija: Lo he dejado encima de la mesa cuando fui al lavabo, y alguien se lo ha llevado.
Madre: ¡Ah!, ¿sí?

Hija: Es la tercera vez que me quitan un lápiz.
Madre:  ¡Ostras!

Hija: Ya sé que haré, a partir de ahora cada vez que salga de la clase los esconderé en el pupitre.

Madre: ¡Ya veo!



Se puede tener una gran ayuda de un simple ¡Vaya! o Ah, ¿sí?. Este tipo de expresiones, unidas con una actitud propicia, son invitaciones para que el niño explore sus ideas y sensaciones, y quizás encuentre una solución.


Nadie acierta o se equivoca. Cada uno siente 
aquello que siente.


Fuente: Libro "Como hablar para que sus hijos le escuchen y como escuchar para que sus hijos le hablen"- Adele Faber · Elaine Mazlish- Ediciones Medici.