Nos comunicamos continuamente,
desde que un recién nacido sale al mundo, envía información y recibe, se
expresa y establece vínculos. ¡Comunicar es relacionarse!
Entendemos por comunicación todo
intercambio de información, de emociones, de sentimientos, de pensamientos y
deseos…y damos por hecho que el objetivo de la comunicación es informar. En
realidad, la fuerza y la importancia de la comunicación no es eso que queremos
decir, si no el vínculo que se crea en ese momento.
¿Cuántas veces nos hemos
preguntado, si nos entienden las personas de nuestro alrededor en el momento de
comunicarles alguna noticia, información…?
Pocas veces cuestionamos nuestra propia
manera de comunicar o nos planteamos que podríamos aprender y mejorar. Incluso
cuando nos enfrentamos a un malentendido, son contadas las veces que entendemos
que ha habido un problema de comunicación. A menudo, pensamos siempre que el problema está
fuera de nosotros ("la otra persona me ha entendido mal, o ha actuado de
manera opuesta a lo comunicado")
Si cambiamos de perspectiva, prestamos atención y aprendemos algunas habilidades que pueden comenzar a mejorar
nuestra comunicación. Con esto, mejoraremos nuestro autoconocimiento, nuestra
autoestima y nuestras relaciones.
Comunicar, entonces, es querer,
mejor comunicamos, más conocemos al otro y mejor podemos quererlo.
Más información:
Revista “Viure en Familia” Nº 47 Enero- Febrero 2013